jueves, 12 de enero de 2017

PEMU

La alcaldesa de San Juan de la Rambla (quien sigue siendo objeto de las dianas de un empleado público de Manuel Domínguez, según fuentes dignas de todo crédito, pero que a este parece importársele un pimiento, lo que dice mucho de su manera de entender el respeto y la dignidad, tanto personal como institucional) se ha reunido con el director insular de Seguridad con la finalidad de ir programando la redacción del Plan de Emergencias Municipal (PEMU). La colaboración entre instituciones se me antoja fundamental, porque el optimizar los recursos públicos, siempre tan escasos, es tarea que debe ser norma esencial para todo político que se precie. Y no está, desgraciadamente, la cosa pública como para echar voladores. Salvo en mi pueblo, que somos capítulo aparte.
Fidela Velázquez y Javier Rodríguez han analizado las características de un pueblo que, aunque pequeño por su entidad poblacional, presenta idénticas peculiaridades a los municipios norteños con respecto a su orografía y diseminación de los núcleos habitados. Hizo hincapié la regidora en la necesidad de poder contar con más recursos humanos y materiales que garanticen la seguridad en caso de cualquier incidencia que ponga en peligro la integridad de personas y bienes.
El representante del Cabildo Insular se comprometió a poner en marcha la redacción del documento bajo dos premisas: la participación ciudadana y la colaboración formativa de la Universidad de La Laguna. Y es que el contar con ciudadanos preparados –y no como en no tan lejanos tiempos (década de los ochenta) en que acudíamos al monte a sofocar incendios con una rama de brezo– para afrontar situaciones de riesgo es fundamental. Ya desde el consistorio ramblero se había adelantado desde el pasado mes de octubre un plan de autoprotección del casco histórico.
Me congratulo desde la Villa de Viera. Lugar en el que nos gastamos un pastón cada año en mantener un puesto de confianza al que se le reconoce el mérito de haber elaborado un pomposo plan mediante el agotador ejercicio del copia y pega. Cuyos resultados aún no han podido ser evaluados, pero que si hemos de medir por kilómetros de aceras recorridos con móvil en la oreja, habremos de calificar como altamente satisfactorio. Llevamos muchos años padeciendo peritajes de tal índole. Vamos, que somos expertos. Y tales paseos han hecho posible, como contrapartida, que la plantilla de la policía local siga estancada. A más años del personal, menos miembros preparados para correr detrás de lo que haga falta. Y supliendo esas carencias con el peligroso recurso de los voluntarios. Reitero lo que en otras tantas ocasiones: Cuando ocurra algo grave no creo que con lamentos solventemos el desastre. Pero cuando se está más ocupado en lucir palmito y atender demasiados fogones, la chamusquina puede ser de órdago. Ojalá que yo no tenga jamás la oportunidad de ser testigo de acontecimientos tales.
Felicito, pues, al pueblo vecino. Y a su equipo de gobierno. Que con tan poco está haciendo tanto. Ya de la sala de estudio de la Casa de los Pérez se ocupó el amigo Salvador. Espero que no se me adelante de nuevo. Y en caso de hacerlo, bienvenida sea la duplicidad. Aunque haya de por medio motivos familiares que me unen a San Juan (y a Las Aguas), amor no quita conocimiento, Y cuando se hacen las cosas bien, y contando con escasos recursos –hace más el que quiere que el que puede, dice el saber popular–, vale la pena dedicar unos párrafos a nobles causas.
Que no todo va a ser ‘meterme’ con Manolo, como me espetan algunos (guion as) de los (mejor, las) que ‘sufren’ besos todos los días. Como si fuera un servidor escribano que se deba. A estas alturas en las que la independencia me permite no plasmar líneas al dictado de nadie.
Otro folio para el haber. Un día menos en el debe. Y la satisfacción del deber cumplido. Que imponerse estos flagelos neuronales cumplen expectativas de vida. Pues si el asunto se atrofia y el propósito desentona, chiquito porvenir. Los bancos de la plaza y los taburetes de los bares no se hicieron para culos inquietos.
Con mis felicitaciones al pueblo ramblero, bien representado por sus dirigentes, vaya, asimismo, mi reconocimiento a Jordi Solsona y a José Hernández por esas criaturas literarias que me han hecho llegar: El universo mínimo y Mis vivencias. Serán degustadas con placer.
Y ustedes, mis incondicionales, que no pierdan las mañas de asomarse cada día a esta ventana que te abro de par en par.

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