miércoles, 8 de marzo de 2017

El gomero Domínguez

No pensaba que los dos artículos anteriores pudieran darme pie a la redacción de este tercero semanal. Pero se ha empeñado mi alcalde en que el pueblo se le ha quedado corto y él se merece mucho más, porque su enorme capacidad, a la par que sus enormes deseos de escalar, llama a la puerta de sus legítimas ambiciones. En un nuevo insulto a los realejeros que aún creemos que la máxima autoridad municipal se debe al que le paga, lleva Domínguez una temporada en que solo viene a dormir y a disfrazarse de mujer en los carnavales. Pero los cinco mil mensuales son sagrados. Solo superados por la asignación de quien nos protege de todas las catástrofes, naturales o no, que puedan acaecer entre los barrancos de La Raya y de Ruiz, incluyendo las explosiones de cualquier empichadora.
Una vez librada la batalla (bueno, guerrilla; mejor, escaramuza) para la presidencia regional del PP, y dado que se celebrarán en este mismo mes los congresos del Partido Popular y de Coalición Canaria, don Manuel sigue abonando el terreno. Y no para sembrar las papas, afectadas cada vez más por la polilla, sino para fijar su residencia de una manera definitiva en la zona metropolitana, si no en Las Palmas, en función de la Consejería (cualquiera, que para eso es Licenciado en Dirección y Administración de empresas en la especialidad de Marketing por la Universidad de Wyoming y socio propietario de Promociones Domínguez Morales, Prodomo S.L.) que le corresponda en el reparto cuando se selle el pacto con Clavijo. Que anda que bebe los vientos asimismo.
“El cuerpo me pide entrar en el Gobierno de Canarias”, ha declarado el alcalde de la Villa de Viera. Y el consejero popular del Cabildo de Tenerife. Y el presidente insular tinerfeño del PP. Y el miembro del Comité Nacional del partido de los charranes. Y cazador de conejos cuando se abre la veda. Y más. No me prestó el más mínimo caso cuando días atrás le comenté algo acerca de los indiscutibles deterioros físicos, y que también le había puesto en evidencia su círculo más próximo. Hizo caso omiso al runrún de las desavenencias cada vez más notorias en los mentideros políticos. Y él empeñado en seguir escalando. Como las palmeras de la plaza del ayuntamiento de La Orotava. Hoy en el suelo y vilmente troceadas.
No deberán olvidar los populares que la sartén por el mango la sigue teniendo Casimiro. Y no se destaca el gomero por dar a cambio de nada. Y sus tres diputados (número de votos parecido al sueldo de Manolo) hacen inclinar el fiel de la balanza para el lugar que más crean conveniente a cambio de unos millones para accesos a hospitales, talleres de formación, centros de interpretación o para finiquitar piscinas y edificios de talasoterapia que el mar destruye a las primeras de cambio. Con lo que eso de seguir pidiendo se convierte en enfermedad crónica, mal del que viene padeciendo Curbelo desde la década de los ochenta. Pero como sarna con gusto no pica, ya lo hace como experto profesional. Que es, en definitiva, algo a lo que aspira el realejero. Por lo que aquellos que visitamos La Colombina con cierta frecuencia vamos a poder disfrutar de muchas reuniones –me imagino que seremos invitados, ¿o no, Alfredo?– en Las Nieves, La Laguna Grande o La Zula. Quién nos verá silbando como descosidos en Garajonay.
Piénsese que Coalición Canaria no tiene la completa seguridad de que pueda contar con los 18 diputados de su grupo, porque los herreños suelen ir por libre. Y si un carnero los tizna en Tigaday o en Los Llanillos, lo mismo se amulan y no comparten las quesadillas. Por lo que el trío aseregé se antoja imprescindible, fundamental. Y eso lo tiene más que estudiado el sujeto objeto del comentario de ayer en este mismo blog.
Acabemos con una reflexión en voz alta. A ver si Manuel Domínguez es capaz de quitarse las orejeras y entender el mensaje. Tú me engañas, alcalde. Te has convertido en un fraude electoral. Tú, que eras enemigo de dobletes y de limitar a dos mandatos los cargos públicos. Me estás costando un pastón cada año para que pasees. Y no creas que soy el único que piensa así. Lo que ocurre es que yo soy más visible porque los escribo. Un servidor viene de vuelta y se siente a estas altura de la vida “capacitado” (ya me copié) para discernir con la objetividad requerida. Y por ello te invita a que vayas soltando tetas. Agárrate a la preferida, ve cambiando de vaca, pero no te hagas el indispensable ordeñando en todos lados y en todas las ubres. Es por tu bien. Estás entrando en la edad peligrosa en la que los ataques suelen ser fulminantes. Si los calderos de aquí ya no te convencen, arranca la caña, pero no nos tomes más el pelo. Bueno, yo ya más bien poco, aunque de tino presumo. Voy a crear una plataforma vecinal para exigirte cada final de mes la parte proporcional de tus deserciones. Y sin por un casual no quieres prestarme atención, al menos hazle caso a los tuyos. Si tan inteligente eres y tan competente te estimas, me parece imposible que no escuches el rumor de las olas rompiendo en plazas y rincones. Y son azules, que no rojas. Las codicias te están cegando. Y tantos apetitos e intereses te pasarán factura.
Nada, hombre, no te preocupes, no te voy a cobrar. Eso sí, cuando seas consejero acuérdate de que hay muchos parados en el pueblo, en tu pueblo, en mi pueblo. Ya que como alcalde no pudiste, o no supiste, reducir esa lacra hasta límites soportables, mira a ver si puedes echarles una mano. Es lo malo de tanta descompensación, unos con tanto y otros con tan poco. No hay de qué. Y ya nos veremos en La Gomera.

Nota aclaratoria: Como ya alguno me preguntó, tiempo atrás, el porqué de las fotos con más personas de las mentadas en el artículo, indicarles que si ellos las publican para jactarse de amistades en congresos y demás, públicas son y los personajes públicos o dedicados a actividades que persiguen notoriedad pública aceptan voluntariamente el riesgo de que sus derechos subjetivos de personalidad resulten afectados por críticas, opiniones o reacciones adversas (Tribunal Constitucional). Amén.

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